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Columna de hoy

La política mexicana con más lenguaje discriminatorio

Lo malo es cuando toca a la familia de una persona con poder y que además ese apodo, sale del nivel de autoestima de las personas, no es lo mismo llamar Tigre que decir Chocoflan.

MUSAF

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Foto: MagistralMx

Hablar de exclusión, racismo y discriminación en México es como hablar de política y religión,  siempre hay posturas diferentes y debates interminables.

En México, los apodos han sido tan comunes que muchos se ríen y otros se ofenden, sin embargo la mayoría de los mexicanos no lo percibe como un asunto de discriminación, en algunos casos son los que le dan más personalidad a un individuo, como en el caso de varios dedicados al show, espectáculos, deportes e incluso dentro de la política y uno muy famoso es el que le otorgaron al presidente de México Andrés Manuel López Obrador, “el Peje” quién sin duda también ha puesto varios apodos a sus enemigos políticos, como: “el Chachalacas, el innombrable, Ricky, Riquín Canallín, Señor Tingo, Comandante Borolas” y varios más.

Lo malo es cuando toca a la familia de una persona con poder y que además ese apodo, sale del nivel de autoestima de las personas,

no es lo mismo llamar Tigre que decir Chocoflan,

los dos han sido usados como apodos sin embargo el primero suena más varonil, y el otro pues un dulce postre aunque los colores en ambos apelativos puedan ser semejantes, el significado es diferente.

Sin embargo es claro que la manera de expresarse deja al descubierto el nivel de cultura, su pertenencia a clases cultas o clases populares, en México usar palabras como indio, para referirse al indígena, naco para referirse a persona de escasos recursos o falto de educación, fresa al rico, junior al hijo consentido, negro a la persona de color, maricón asociado al afeminamiento masculino, chacha a empleada doméstica, prieto a la persona de tez morena y así muchos más que a diario se utilizan a sabiendas que son parte de un lenguaje discriminativo.

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En lo que va del actual gobierno se han retomado algunos como:

“fifí, conservadores, liberales, chairos, la mafia del poder”.

Las palabras son el reflejo de lo que somos.

Es una torpeza seguir adelante y usar el poder para arremeter en contra de alguien por simple capricho cuando tus palabras han ofendido a más de uno.

El simple hecho de llamar “fifís” a cierto sector de élite que no concuerda con las ideas del mandatario, se ha hecho ya tan popular, como también “Chairo” dando un uso despectivo para referirse a las personas que se oponen a la ideología política de derecha, ambas  forman parte del léxico despectivo mexicano.

La expresión más alta de una cultura es su lengua y dentro de la política mexicana el insulto o palabras discriminatorias cumplen diversas funciones y uno de ellos es el hecho de parecer que es del pueblo.

La política mexicana vasta de un lenguaje discriminativo, excluyente y racista.